Creamos un modelo de casa tipo con una distribución en L formada por las habitaciones y la cocina, en el espacio enmarcado inscribimos el salón y escalera bajo una gran cubierta inclinada de tejas sobre una losa de hormigón visto. En la parte trasera del jardín encajamos una pequeña piscina.
El segundo módulo apareció de manera accidental. Cuando ubicamos las casas en los solares, estamos hablando de viviendas unifamiliares, nos encontramos con un solar esquinero donde resultaba imposible hacer caber nuestro primer módulo. Así pues, concentramos el programa en dos cajas de doble altura. Una con el salón en planta baja y un pequeño estudio mirador en la segunda planta, quedando el espacio principal a doble altura. En el otro volumen están las habitaciones, la cocina y los baños. Como nos gustó especialmente este nuevo módulo accidental, lo repetimos en dos solares más, rompiendo la repetición volumétrica y dejando más jardín a sus propietarios.
Para romper en la medida de lo posible la repetición y monotonía de las casas, dispusimos las casas enfrentadas dos a dos, y apostamos por el policromatismo de las fachadas. Escogimos 4 colores terrosos, donde resaltaba especialmente un rojo burdeos, que repartimos de manera aleatoria entre las casas.
Unificamos el carácter de la urbanización como lo hace la naturaleza con sus bosques, donde la diversidad de especies, formas y colores la hace única. Nosotros lo hacemos con la arquitectura de otoño.
